Retrocediendo al pasado, el origen de los regalos corporativos se remonta a los primeros días de la cultura empresarial. Los especialistas en marketing utilizaban estos regalos para fortalecer el vínculo con sus clientes y accionistas. En el siglo XVIII, la tendencia de regalar cajas de rapé con el insignia de la empresa era bastante popular entre las empresas europeas.
Avanzando hasta el siglo XIX, con la revolución industrial en pleno apogeo, las empresas adoptaron esta tendencia a gran escala. Comenzaron a regalar calendarios, pisapapeles o bolígrafos con el logotipo de la empresa, que no solo servían como un gesto de buena voluntad, sino también como un recordatorio constante de la existencia de la empresa. Fue una mezcla ingeniosa de utilidad y publicidad, una tradición que se sigue hasta el día de hoy.